Friday, July 29, 2005

Una carambola del Fobaproa

Mientras Andrés Manuel López Obrador (el "señor López") deja la jefatura de gobierno y se embarca en la carrera presidencial, mientras los trapitos de Martita otra vez andan en los medios, hay una noticia que tiene significados poco aparentes a primera vista.

Uno de los grupos financieros potentes de México es Grupo Hir, especializado en el sector inmobiliario y conocido por su empresa Hir Casa, compró el 28 de julio el World Trade Center (concebido como Hotel de México por el empresario nacionalista Manuel Suárez), por 58 millones de dólares, 630 millones de pesos, según informó el Banco Nacional de Comercio Exterior. Los inversionistas del WTC (alucinación salinista de altos vuelos) tuvieron problemas financieros y el inmueble y su terreno acabaron en el Fondo Bancario de Protección al Ahorro (Fobaproa).

Según recuerda Carlos Monsiváis, Enrique Vilatela Riba, director general del Banco Nacional de Comercio Exterior, "Fobaproa entra al rescate del Banco Mexicano Somex, que costeó los trabajos de WTC. Fobaproa le compra al Banco toda la cartera vencida, incluido WTC, conduce a ceros el capital del Banco, sanea la institución y se la vende al Banco Santander de España".

Hasta allí vamos bien, o todo lo bien que se puede ir en un proceso como el del Fobaproa, esa especie de Conasupo para yuppies que es la clave de muchas de las fortunas de los amigos de Salinas, Zedillo, Aspe, Gurría y otros candidatos a proceso por algún juez del futuro democrático.

Como historia afluente de este tema se encuentran las Sofoles, Sociedades financieras de objetivos limitados, que son en resumen la privatización del Infonavit para mayor gloria de los megarricos nacionales. La Sofol líder, Hipotecaria Nacional, recientemente vendida a BBVA Bancomer (se sospecha que ese dinero es el que se usó para comprar el WTC-Hotel de México), era propiedad en mayoritaria de los dueños de Grupo Hir, asociados con otro accionista, Marcos Katz, mencionado en documentos publicados por el PRD, como beneficiario de créditos ilegalmente otorgados por Inverlat y que nunca se pagaron, según Alberto Aguilar en El Siglo de Durango.

Pues bien, socios de un beneficiario del Fobaproa compran un inmueble ubicado en un sitio absolutamente privilegiado en el DF, que es propiedad del propio Fobaproa.

¿El precio? 630 millones de pesos.

El rescate del inmueble por parte del Fobaproa le costó a la nación unos mil millones de pesos, según La Jornada, que revela además que el solo terreno donde se ubica el WTC vale ters veces esos 630 millones (o sea, 1,890 millones de pesos) a lo que habría que agregar el valor de la construcción.

O sea, en el "mejor" de los casos, el país perdió 370 millones de pesos en la operación. Aquí "el país" significa cada mexicano. En el peor, se financió con bastante más de mil millones de pesos a un grupo financiero "amigo" que obtuvo a precio de ganga un espacio privilegiado (que incluye algunos terrenitos para hacer viviendas).

Entretanto, el precio de la extravagancia zedillista para complacer a la plutocracia criolla, el Fobaproa, alcanzó el billón de pesos (un millón de millones, un uno con doce ceros, no confundir con el "billion" inglés que son unos miserables mil millones de pesos).

¿Cuántos negocios así hay en el laberinto del Fobaproa que los grandes bancos, los beneficiarios absolutos, desean declarar "caso cerrado"?

El Fobaproa tiene que ser, debe ser, no puede dejar de ser, tema esencial en la campaña presidencial que se nos viene encima con todas sus consecuencias.